Conversaciones con mi abuela Micaela
( La casera del Patio Limpio de La Linea )
Creo que hoy escuchabas la conversación que Maria y yo manteníamos mientras desayunábamos. Me había levantado a las ocho y había preparado el desayuno. Desde que me jubilé lo hago todas las mañanas. Y después despierto a María. Bastantes años le tocó hacerlo a ella. En la calle un silencio sepulcral. Ningún niño que alegrase la plazoleta. El perrillo, que todos los días nos da la “tabarra” con sus ladridos de “milindriqui”, guardaba silencio. La pareja de mirlos que juega a amoríos todas las mañanas no había llegado todavía. Ya digo...no se escuchaba ningún ruido. Y eso que tenia puestos los audífonos...
¿ Te acuerdas, abuela, que allá en el patio en cuanto despuntaba el día se oían las risas de los chavales ? Ahora los peques están más en sus casas. Seguramente porque el motivo de sus juegos también están allí. De eso hablábamos Maria y yo. Hace unos años, sólo unos años, las mañanas festivas eran un “bullir” de niñ@s nada más despuntar el día. Claro que no había televisiones, ni ordenadores, ni telefonillos, ni “pleyesteichon”, ni tabletas, ni... !Joder cuantas cosas, tienen hoy para quedarse en casa ! Además de que las calles, las plazas, los lugares de juego se los ha comido el urbanismo, la modernidad, los coches, y han dejado muertos los espacios de juego que antes disfrutaban/ disfrutábamos los niñ@s. Si, de eso hablábamos mientras acabábamos el desayuno. Y no te hemos oído rechistar, abuela. ¿ Verdad que es bonito oír por las mañanas las risas de los peques ? Sus juegos. Sus riñas. Sus enfados. Sus gritos. Pues si, viejita, de eso hablábamos. Y así ha transcurrido la mañana.
Siguen sin llegar los mirlos. Tengo la impresión de que los gorriones están recuperando sus espacios.
! Hasta mañana, abuela ! Te quiero.
! Hasta mañana, abuela ! Te quiero.