Monsieur Garnier Tous du Santos “El tio del aparat |
Esta es
la historia de un hombre que empujado por los azares de la vida hizo su
aparición en La Línea allá por los años 1910. Aquel
hombre fue Monsieur Garnier Tous du Santos, más conocido
por el “Tío del Aparato”. Este nombre no le dirá nada a los
más jóvenes, pero si que recordara a los más viejos las andanzas y peripecias
de un personaje que se hizo muy popular en esta ciudad. Unos decían que era un
filósofo, otros que un intelectual, pero sus primeros tiempos fueron de un
estimado profesor de francés.
Según leemos en
la prensa de la época, decía que la historia de Monsieur Garnier
nunca se supo de verdad, pues en ella se mezclaron la leyenda con el misterio y
lo único que sabemos es que era francés y que vino de Portugal en 1910. Decían
que era un fraile de una orden religiosa y que con motivo del destronamiento
del rey de Portugal, abandonó el estado religioso y se inernó en
España, por que siguiendo los dictados de su conciencia, no quiso participar en
forma alguna en una contienda fraticida. D. Enrique Sánchez-Cabeza Earle, empezó
a tratar Monsieur Garnier cuadno todavía era un niño, fué uno de
sus alumnos de frances y para D. Enrique es esta la
versión que tomo por buena, ya que para el, es la que corresponde a la
vertical actitud adoptada por Monsieur Garnier en los últimos
años de su existencia, la absoluta renunciación a todos los bienes materiales.
El caso es que
este señor se presento en esta ciudad con el atuendo de un caballero algo
excéntrico, traje de levita negro, sombrero de Bombin y unos
trotes de soldado ingles. Su aspecto físico, lo más parecido al filósofo o
sabio alquimista o la de un rabino sefardí. Contaban los que lo conocieron que
tenia frente ancha, ojos azules con gafas redondas en montura de acero,
nariz aguileña, barba de chivo a lo Valle-Inclan con melena
de león, lo que calificaríamos hoy como un autentico hippi.
Eso si, Monsieur
Garnier era un pulcro y correcto caballero, profesor de francés, poseía
una vastísima cultura y llevaba una vida espartana. Según leemos en nuestro
archivo, esa conducta intachable y sus grandes dotes intelectuales, llamaron
muy pronto la atención de todo el mundo, así es que en seguida se vio solicitado
por muchas familias acomodadas de La Línea, para que diera
clases de francés a sus hijos, y se gano el aprecio por su carácter
amable y bondadoso.
Uno de los
primeros protectores que encontró fue a D. Fco. Berenguer, dueño
del ¨patio de los balcones¨ en la calle Gibraltar (muy
cerca de las instalaciones del Diario Area), en el cual le cedió
una habitación de la planta baja donde vivió durante varios años. En aquella
época el caballero profesor solo vivía de sus clases de francés, de las
que tenia numerosos discípulos. Pero he aquí que de pronto el profesor
comienza a evolucionar en sus ideas e influenciado por la filosofía
naturalista, decía que el hombre mientras no fuera libre como los pájaros, no
encontraría su verdadera felicidad.
la casa de los Balcones en la calle Gibraltar
Así es que fiel
a estas ideas, comenzó en querer imitar el vuelo de las aves, y se
enfrasco en el invento de un primitivo aparato volador, una especie de alas
construidas de cañas y telas.
Según vemos en
los datos que tenemos, las alas fueron construidas en el Taller de
Cantería de D. José Torres en la calle Aurora, frente a
la calle Sevilla (hoy Padre Cantizano). En este taller y
entre las miradas atonicas y sonrisas burlonas de los curiosos, fue ensamblando
Monsieur Garnier el extraño artefacto volador, muy parecido al que
ideara Leonardo da Vinci.
Después de algunos pinitos de ensayos, realizo la
primera prueba en serio de lanzarse al espacio. Unos dicen que el
lanzamiento lo realizo por los años 1914 y otros que por el 1922, pero en lo
que muy pocos coinciden es en que lugar hizo la prueba.
Existen varias
versiones: la azotea de la ´´Casa de los Balcones´ en la calle
Gibraltar, la Plaza de Toros, la Comandancia
Militar (hoy Museo de Istmo), la Fabrica de fideos
de D. Luís Ramírez Galuzo, en el espigon de San Felipe
y la Fabrica de Corchos¨, pero de todas estas versiones la que
más se aproxima a la verdad, es la ¨Fabrica de Corchos¨ como el
lugar donde realizo el lanzamiento, una verdadera locura que por poco le cuesta
la vida a aquel pobre imitador de los hombres voladores.
No se sabe si
fue como consecuencia de este fracaso de inventor aéreo, cuando el señor Garnier
cambio de modo de vida, pero lo cierto es que este hombre de una integridad
moral a toda prueba y de una inteligencia privilegiada comenzó a cambiar de
conducta, usó por traje un babi de crudillo hasta los tobillos, andaba
descalzo, no se lavaba, dormía en un montón de papeles y trapos y la
miseria y la suciedad comenzaron a ser un habito en el; andaba descalzos por
nuestras calles y plazas, entonces no muy bien pavimentadas, las que las
estaban, o simples arenales, pisaba firme sin preocuparse dónde lo hacía, y no
fueron pocas las veces, que como consecuencia de su despreocupación, sus
pies sangraban por las heridas ocasionadas por los trozos de vidrio o
metal y ademas no se preocupaba de curar, “Dios lo puso en mi
camino” afirmaba, y lo tenía que aceptar con humildad porque
eso era la voluntad Divina. A pesar de ello continuaba dando clases
de francés a quien lo solicitaba, desde luego no cobraba mucho por las
lecciones ya que no tenia ni para comer.
No cabe duda
que la desvariación mental fue degenerando en una especie de psicosis que lo
llevo a despreciar las comodidades e higiene más elementales. Pero pese a eso,
su inteligencia y sus habilidades manuales daban buena prueba de sus dotes de
inventor, ideando diversos utensilios de precisión científica y de utilidad
casera.
Por ejemplo: su
creación más perfecta y que le valió el calificativo de ¨tio del aparato¨,
fue un telescopio de gran potencia con el que se podía observar perfectamente
los astros y algún planeta. Leemos, que con este aparato que colocaba durante
el día en el Mercado Publico de la Concepción (puerta del
Café Tánger) y en la Explanada (Plaza de la
Constitución), así como durante las ferias en el Paseo de la
Velada se ganaba la vida el Sr. Garnier. Dicen que
se ponía con su babi largo, barba y melena y descalzo al pie del
telescopio en el paseo central de la velada, rodeado de curiosos que por unos
céntimos se asomaban al universo. Pero ya en aquellos tiempos, las personas
ineducadas comenzaban a mofarse del pobre hombre, al que consideraban loco,
burlas que les producía un continuo mal genio y pena.
Los guasones
pagaban los céntimos para ver por el telescopio, y el buen hombre; porque a
nadie hacia daño, le preguntaba con la ingenuidad de un niño o sabio:
-¿Qué es lo que ves hijo, ves algo interesante?
A lo que el guasón, respondía.
-Pues si, veo un barbero con una gran tijeras y una navaja,
que viene para acá con idea de pelarle y afeitarlo.
Aquello le
sentaba muy mal al Sr. Garnier que le mortificaba profundamente.
Este hombre no
se metía con nadie porque era todo un caballero, pero su aspecto andrajoso y
raro, constituía un espectáculo por donde pasaba y los niños la tomaron con el.
Y en una ocasión en que fue denunciado a las autoridades, ya que la
habitación donde vivía era un verdadero basurero y olía mal, el Ayuntamiento
mando a que limpiaran la habitación de donde sacaron enorme cantidad de papeles
y trapos sucios, botellas vacías y cristales rotos, además lo pelaron,
afeitaron, bañaron lo cambiaron de ropa y lo calzaron a la fuerza.
Pero de nada sirvió, ya que a las pocas semanas ya
estaba otra vez igual, pero aquel castigo que el creía que no se merecía, le
produjo una amargura que dejo una profunda huella en su vida. Por aquel
entonces el ¨tío del aparato¨ vivía en una habitación con puerta a la calle
junto al ¨Patio Vento¨ o de la ¨Emigranta¨ en la calle San José.
Pero de nada
sirvió, ya que a las pocas semanas ya estaba otra vez igual, pero aquel castigo
que el creía que no se merecía, le produjo una amargura que dejo una profunda
huella en su vida. Por aquel entonces el ¨tío del aparato¨ vivía
en una habitación con puerta a la calle junto al ¨Patio Vento¨ o
de la ¨Emigranta¨ en la calle San José.
El motivo de
encontrársele tantos cristales en su habitación era porque se dedicaba a cortar
las botellas de donde hacia vasos y floreros, y a reparar toda clase de
objetos de cristal, los cuales por su baratura y perfección eran muy
solicitados por las amas de casa. El procedimiento que usaba para cortar las
botellas era muy simple, en vez de diamante utilizaba una simple cuerda que
amarraba alrededor de la botella, según la medida deseada, la cuerda la
impregnaba de alcohol y luego le prendía fuego, bastaba con el efecto del calor
y el cristal saltaba por el sitio donde había liado la cuerda.
También
fabricaba ¨Caleidoscopios¨ unos canutos de caña donde
introducía pedacitos de cristales de colores que al moverlos en diferentes
direcciones se formaban curiosos dibujos. Estos productos que eran verdaderos
objetos de artesanía lo compraban las gentes por unos céntimos que junto con el
telescopio y algunas lecciones de francés apenas si le dejaban para comer.
¡Pobre
tío del aparato! ¡Que lastima de hombre que por sus
excentricidades servia de pitorreo de los incultos! Bastaba con
escucharlo de hablar, para saber enseguida, que era un hombre con una
amplísima cultura. De todo entendía; Medicina, Ciencia, Historia, Geografía,
Filosofía, Astronomía y Religión, de todo menos de Política.
Leemos también,
que contaban las personas más mayores, que Monsieur Garnier tenia
muy buenos golpes. Pues en cierta ocasión al enterarse un amigo suyo, que se
había comido una gallina muerta encontrada tirada en la calle, le dijo:
¡Pero hombre,
Sr. Garnier! ¿Como es posible que haya tenido Vd. valor y estomago para
comerse una gallina muerta?
Pero el¨ tío del aparato¨ respondió con
la mayor naturalidad y con su particular lógica filosófica lo siguiente.
-Pues no veo
el motivo de tal repugnancia y el asombro que Vd. manifiesta por el hecho de
que yo me haya comido una gallina muerta. ¿Es que acaso usted se la come
viva? Monsieur
Garnier, llamado el ¨tío del aparato¨ fue un
hombre muy rico en inteligencia y humildad, pero vivio muy pobre y en la mayor
de las miserias, durmiendo en un montón de papeles y trapos, en su ultima
morada de la calle San José, desde donde fue trasladado en un
acto de caridad al Hospital Municipal, donde murió por los años 1941
o 1942, exactamente no se sabe.
Y esta es la
historia de Monsieur Garnier, un sabio que vino de
Portugal, expatriado a La Línea don de vivió durante más de 30
años y donde murió.
Luis Javier
Traverso
Bibliografía:
Artículo publicado en el periódico AREA por Juan Arturo Medina Suffo en
sus “Crónica Linenses”. Libro la Línea de mis recuerdos por Enrique
Sánchez-Cabeza Earle.
Gracias a la
Colaboración de Enrique Alejandro Carreño Russi, Enrique Cerezo, Juan Arturo
Medina Suffo y al grupo del Facebook de La Línea en Blanco y Negro