miércoles, 20 de junio de 2012

Una Boda Masónica en La Línea


Aparece en el Libro "La Masonería al Desnudo" de F. Ferrari Billoch





Pintoresca y lamentable ceremonia.—El Ayuntamiento ilumina la fachada y los jardines públicos.—"Tenida" blanca.—Asisten el alcalde y el juez municipal.—Delegación.—La "cadena mística"; se ha "desprendido un eslabón".—Promesa ante el ara de la secta.—Discurso del orador.—Nombres y fechas.

Fué en La Linea.

Tuve que asistir a la boda en representación de mi logia, y confieso que llegue a la floreciente población lleno de curiosidad por el acto masónico que iba a presenciar.

Desde luego, fué un acontecimiento en la ciudad. Esos actos—como los honores fúnebres, que también los tienen los masones—se celebran en lo que se llaman tenidas blancas, es decir, tenidas a medio rito, en las que se escamotea lo verdaderamente sustancioso de ellas, para que puedan asistir profanos. En torno a esa boda masónica se hacían largos comentarios de todo color, y los maliciosos decían cosas bastante pintorescas.

 Además, coincidía con el hecho de que era el primer matrimonio que se celebraba civilmente en La Linea, con arreglo a las nuevas leyes de la flamante República.
Ante tanta satisfacción y tan grandes y justos motivos de júbilo, la corporación municipal tomó el acuerdo de iluminar la fachada y verjas del jardín. Claro que al frente de ella estaba el hermano Antonio Gil, que se entendía por signos masónicos con otros compañeros de corporación. Se quiso, pues, hacer oficialmente un alarde laico y una fiesta masónica. Y he de confesar que la cosa callejera estuvo bien preparada por el alcalde hermano.

Era el 5 de septiembre de 1932.

De la Alcaldía, los nuevos esposos... laicos, h./  Cristóbal Carrasco y la señorita María Marín Antón, se dirigieron a la Resp. Log. Minerva, número 42. Les seguimos los invitados, hermanos de La Línea, representaciones de muchas logias de España y las familias y amigos de los contrayentes.

El pueblo, muerto de curiosidad, se agolpaba en el trayecto, cubriendo la carrera. No pude oír los comentarios que hacía la gente al paso de la pintoresca procesión laica.

La logia se llenó de gente. La casa estaba atestada. Los invitados—ya he dicho que era tenida blanca—fueron acomodándose en los muelles bancos, cubiertos de peluche rojo, de las columnas. Primero, las mujeres, como se hace en los naufragios. Quizá predominasen... ¡Qué de cuchicheos, qué de comentarios de oído a oído!... ¡Mujeres profanas en un templo masónico y con motivo de una boda tan extraña! Quizá lo más sabroso de todo ello fueran esas confidencias femeninas, que mi oído no pudo captar.

Fueron ocupando sus puestos el venerable h. Antonio Guzmán y dignidades y oficiales del taller. Luego, un terceto ejecutó una marcha—creo que era la marcha de Aida—, y entramos las delegaciones, bajo la bóveda de acero formada por las espadas, cruzadas en lo alto, que esgrimían los hermanos del cuadro de la logia. Primero, el alcalde de La Línea, h. Antonio Gil, en quien el Soberano Consejo de Gobierno había delegado su representación. Luego, representaciones de las logias Fénix, Acacia, Renovación, etc., etc. Había una delegación de la Logia Internacional, de Gibraltar.

Como pudimos nos fuimos acomodando en Oriente, en torno al rojo trono. El templo estaba cuajado de flores y de luz.

Al pie del ara, unos cestos con frutas... Todo muy aparatoso, con mucho colorido, muy bonito, ciertamente. Un hermano, visiblemente emocionado, me dijo al oído:

¡Cuán equivocados están nuestros enemigos al anatematizarnos de tenebrosos!

Sonreí dignamente. Por ningún lado, en efecto, aparecía una calavera, ni siquiera una mal roída tibia... Ahuyenté el recuerdo de la Cámara de Reflexiones, el fúnebre aparato de las exaltaciones al tercer grado...

Se empezó la tenida. A medio rito, dejando toda la pompa de la ceremonia, para escamotear signos, palabras sagradas y otros secretos de la secta.

Salió a pasos perdidos el hermano experto, que, naturalmente, se había desprendido del negro capuchón y demás símbolos tenebrosos de las tenidas de verdad y actuaba de maestro de ceremonias. En este momento, la orquesta atacó con brío la marcha de Lohengrin, y entraron solemnemente los novios, entre dos ringleras de espadas levantadas, símbolo de la protección masónica.

Ella llevaba velo blanco, y él, el querido hermano Carrasco, irreprochablemente de negro. El maestro de ceremonias los dejó en medio del templo, bajo las saetas de todas las miradas.

El venerable maestro bajó entonces del rojo trono y enlazó a la pareja con la banda conyugal masónica. Luego tomó a los que se desposaban, ante el ara de la secta, la promesa matrimonial.

He de confesar que el momento fué francamente emocionante. Yo me fijaba en las mujeres y veía brillar sus pupilas y encendérseles de arrebol las mejillas. El calor era asfixiante, y el aroma que exhalaban las frutas, los lirios y los jazmines turbaba los sentidos.

El venerable maestro, entretanto, pronunciaba una plática dando consejos y advertencias a la pareja.

Eso está bien— me dijo alguien al oído—, y no esos confusos latinajos que nos sueltan los curas.

Pero yo estaba pendiente de la ceremonia.

El hermano experto colocaba ahora a la recién desposada la banda de adopción masónica y hacía proclamar en las respectivas columnas a los nuevos esposos y prestarles el apoyo y protección debidos a todo masón.

Formóse la cadena de unión, dejando en el centro, enlazados, a los recién desposados. El venerable hizo circular el toque misterioso (retejar). De pronto exclamó el primer vigilante con fingida alarma:

Venerable maestro, hermanos queridos: el toque no ha llegado a mí en toda su pureza.

¿Cuál es la causa, queridos hermanos—replicó el venerable en medio de gran expectación—, de que nuestras comunicaciones estén interrumpidas?

Es que uno de los eslabones de la cadena—respondió el segundo vigilante—está retenido en medio del templo por la mujer con la que acaba de desposarse.

Esa mujer condujo entonces al hermano Carrasco al sitio de su columna, y volvióse a hacer circular el toque misterioso, que esta vez llegó justo y perfecto.

Luego empezamos a hacer una serie de evoluciones simbólicas, que tienen bastante semejanza con el paso de rigodón en torno del ataúd de las tenidas de exaltación a maestro, y se preparó uno de los momentos más solemnes del rito rnatrimonial masónico.

Un cronista masón del acto ha descrito ese momento de modo tan inefable, que quedará más de un párrafo, sabrosísimo, para alguna antología:

"... fué el momento en que el hermano experto dio el triple abrazo fraternal al q.\ h.\ Carrasco, para que éste, a su vez, lo transmitiese a su querida esposa, siendo éste uno de los más emocionantes momentos de la ceremonia. En este momento, el enervante perfume de los innumerables nardos, claveles y jazmines esparcidos por el salón se hizo más intenso; un silencio abrumador, solamente interrumpido por las armoniosas notas de sonoros instrumentos; la melodiosa y evocadora voz del barítono entonando una romanza alusiva al acto; la mirada de más de trescientas personas—entre las que se encontraba el juez municipal de La Linea—, dirigidas todas a un mismo sitio; todas estas series de sonoridades, perfumes, destellos de luz, la fuerza de emocionantes miradas, al conseguir hicieran refulgir una gran aureola masónica ante el ara, donde el q.\ h.'. Carrasco, visiblemente emocionado, dio a su querida esposa el triple abrazo fraternal, que en su nombre le daban todos los masones esparcidos por la superficie de la tierra."

Antes de terminar, los niños Isidoro Gil y Manolito Agius, pequeños lowetones, hijos adoptivos de las logias Minerva e Internacional, repartieron flores entre el elemento femenino.

El hermano orador  pronunció un farragoso discurso y terminó con este pintoresco párrafo:

"... y esperamos que el gesto del q.\ . Carrasco sirva de estímulo a todo el elemento joven liberal, profano y masónico, para que en breve   tiempo podamos ir limpiando de nuestro suelo el milenario polvo de largos años de ridicula y jesuítica dominación."

Terminado el acto, se sirvieron vinos y licores, y pastas traídas de Gibraltar, a los invitados, y colorín colorado...

Y todo esto, que parece un cuento o una humorada de Muñoz Seca, pero que no lo es—también Ferrer Guardia, el padre del anarquismo español, se casó así, en una logía de París, con doña Leopoldina Bonnald—, terminó a las dos de la madrugada.


Según el Boletín de la Gran Lógía Española, en sus página 9, 10 y 11 hacen un amplio resumen sobre esta Bóda:

Matrimonio masónico en La Línea



En los Vall, de La Linea, el día cinco de septiembre de 1932 en el Templo de la Resp. Log. MINERVA núm. 42, se celebró con gran brillantez la ceremonia de matrimonio masónico, del h. Cristóbal Carrasco Ramírez, perteneciente a dicha Resp. Logia, con la distinguida señorita María Martín Antón.

Indescriptible es la satisfacción que tal acontecimiento produjo, tanto en los hermanos de la Resp. Log. a la cual pertenece el hermano recién desposado, como a los demás hh. de las RR. LL. dé la Federación. Y en verdad que hay motivos sobrados para tal júbilo, pues además de la grandeza que en sí tuvo dicho acto, concurrieron circunstancias anejas a él, profana y masónicamente beneficiosas: prueba de ello, es la enorme repercusión, que en la vida profana ha tenido tal enlace matrimonial.



Profanamente, se dio la feliz coincidencia, de que el matrimonio de nuestro querido h. Carrasco, fué el primero, que con arreglo "a las nuevas leyes de la República, se efectuó civilmente en La Línea; y masónicamente, se dio el caso también, de haber sido el primero que se verifica en aquellos Vall.

Así es que como tales ceremonias revistieron caracteres de verdadera importancia, vamos a hacer una pequeña descripción de ellas, seguros de que resultarán pálidas a como verdaderamente se realizaron.

Nuestro querido h. Antonio Gil, Alcalde de La Linea, por acuerdo tomado en la Corporación Municipal, dada la importancia que para toda persona liberal tenia el celebrarse el primer matrimonio civil, dio las oportunas órdenes, para que fueran iluminadas la fachada y verjas del Jardín Municipal; por tal motivo, poco antes de la celebración de la boda, una enorme multitud se estacionó en los alrededores, y dependencias del Municipio, en cuyo salón de actos, se verificó la ceremonia de matrimonio civil, como así mismo se celebrarán en lo sucesivo. Se dio la nota simpática, contrariamente como hasta aquí venía ocurriendo con esta clase de matrimonios, que la novia se presentase vistiendo el velo blanco, pues hasta ahora, debido a ridículos prejuicios religiosos, el sólo hecho de casarse civilmente, era motivo para que la futura esposa, fuera desprovista del símbolo de pureza.

Una vez terminada la ceremonia, los nuevos esposos se dirigieron en autor. al Temoplo de la Resp. Log. MINERVA, donde tendría lugar la ceremonia de matrimonio masónico.

EJ hermoso Templo, artística, pero masónicamente engalanado, presentaba un aspecto grandiosamente seductor. A lo largo de las columnas, una porción de bellísimas mujeres con la variedad de sus multicolores atavíos, el murmullo de sus femeniles confidencías, el constante y unísono movimiento de sus abanicos, algunos de estos, cuyos varillajes compuestos sin duda por alguna materia reluciente, hacían reflejar en todas direcciones la lechosa claridad de una espléndida iluminación.

Los capiteles de las columnas, profusamente decorados, nuestras insignias masónicas esplendorosas de por sí, estaban completamente iluminadas con potentes bujías, la mesa de consagración matrimonial, a cuyo pie encontrábanse cestas repletas de flores del tiempo y hermosas y sazonadas frutas, cuyas exquisitas y olorosas exhalaciones saturaban el ambiente, todo ésto unido al constante ir y venir de los hh. de la comision, encargados de ir acomodando a los profanos en sus respectivos sitios, nos hacían contemplar desde entre columnas, un hermoso cuadro de Luz, Vida y Alegría, teniendo por marco nuestro glorioso cordón universal, cuya visión nos, inducía a pensar cuan equivocados están nuestros enemigos al anatematizarnos de tenebrosos.

A dos acordes de una adecuada y bien ejecutada composición musical, entraron los Masones en el Templo, y bajo la bóveda de acero,  hicieron su entrada, el Venerable Maestro Antonio Guzmán, y dignidades y oficiales del Taller. Acto seguido, con la misma ceremonia, se dio entrada a las delegaciones, compuestas estas, por el delegado  del Sob. Cons. de Gob. h. Antonio Gil, hh. de la Resp. Log. Interaarional, Vall. de
Gíbraltar; FENIX, Vall.de Jimena; ACACIA y RENOVACION de los. Vall de La Línea. El .Venerable Maestro, hizo anunciar en las respectivas columnas, el motivo por el cual nos reuníamos aquella noche, y tras así hacerlo los hh. 1.º y 2.º 'Vigilantes, fueron invitados los hh. Experto y Maestro de Ceremonias, a salir a Pasos Perdidos, para que condujeran al interior del Templo a los nuevos, esposos; y a compás de una hermosa marcha nupcial, y espadas altas, corno símbolo de nuestra protección masónica, hicieron su entrada en él, en medio de una emocionante expectación.

El Venerable Maestro, en claras y comprensibles palabras, y no en confusos latinajos, dio consejos y advertencias llenas de sana moral, y la feliz pareja enlazados por nuestra banda conyugal, prometieron firmemente ante el Ara, cumplir y enseñar  a su descendencia, la práctica de tan hermosas enseñanzas.

Después el Venerable Maestro, invitó al h. Experto a poner a la recién desposada, nuestra banda de adopción masónica, e hizo proclamar en las respectivas columnas, prestar a los nuevos espesos, el apoyo, respeto y protección a todo masón debido.

Instantes después, los Obreros del Taller, formaron la Cadena de Unión haciendo circular nuestro misterioso toque, y al anunciar el resultado de éste, el h. 1º Vigilante notificó que el toque no había llegado hasta él, en toda su pureza; y preguntando por el Venerable Maestro que motivos había para que asi estuvieran interrumpidas  nuestras  comunicaciones, hizo saber que era a causa de que uno de los eslabones de la cadena, estaba retenido en medio del Templo, por la mujer con quien había, contraído matrimonio.  Nuestro q. h. Carrasco, fue conducido al sitio que en su columna  le correspondía, por su querida esposa, siéndole a ésta explicado por .e! Venerable Maestro, el simbolismo de tal acción.

Nuevamente volvióse a formar la Cadena de Unión y circular el toque misterioso, anunciando los hh. 1º. y 2º. Vigilantes, que hasta ellos habia llegado justo y perfecto. El Venerable Maestro dio las gracias a la esposa del h. Carrasco, pues a ella era debido la pureza y perfección de nuestra  Cadena de Unión.


Luego, tras de hacer unas ordenadas y simbólicas evoluciones, el h. Experto dio el triple abrazo fraternal al q. h. Carrasco, para que este a su vez, lo trasmitiera a su querida esposa, siendo este uno de los más emocionantes momentos de la ceremonia. En este momento, el enervante perfume de los innumerables nardos, claveles y jazmines, esparcidos por el salón, se hizo más intenso, un silencio abrumador, solamente interrumpido por las armoniosas notas de sonoros instrumentos, la melodiosa y evocadora voz del barítono entonando una romanza alusiva al acto, la mirada de mas de 300 personas dirigidas todas a un mismo sitio; todas estas series de sonoridades, perfumes, destellos de luz, la fuerza de emocionantes miradas, al converger,  hicieron refulgir una gran aureola Masónica ante el Ara, donde el  q. h. Carrrasco, visiblemente emocionado, dio a su.querida esposa el triple abrazo fraternal que en su nombre le daban todos los masones esparcidos por la superficie de la Tierra.

Una vez los masones en sus puestos, el Venerable Maestro hizo entrega a los contrayentes, de numerosos regalos, siendo éstos: un hermoso y artístico frutero de plata y cristal, regalo de la Resp. Log. FENIX  de los Vall. de Jimena, con una expresiva y masónica dedicatoria; otro de varios hermanos de la Resp. Log. MINERVA, consistente en un bonito juego de te, y otros más, aparte de la simbólica cesta de frutas, que el Taller regala al hermano recien desposado. Dieron una simpática nota a esta  parte del acto, los niños Isidorito Gil y Manolito Agius, pequeños lowetones, hijos adoptivos de las RR LL. MINERVA e INTERNACIONAL respectivamente, quienes repartieron, olorosas y variadas flores, entre las señoras y señoritas concurrentes.

Ejecutada esta Operación, el Venerable Maestro, concedió la palabra al h. Orador el cual, leyó unas bien razonadas e instructívas cuartillas, siendo aplaudido por todos los asistentes al acto. Acto seguido, el h. Limosnero pasó el saco de Beneficencia, de cuya recaudación se entregó a la desposada una cantidad, para que empezara su matrimonio con una obra de caridad.

El Venerable Maestro dio las gracias a todos los profanos; por su simpática atención y respetuoso silencio durante la celebración del acto, dando así por terminada la ceremonia.

Al final de ésta, se sirvió a todos los asistentes, entre los que se encontraba el Juez Municipal de La Línea, vinos, licores y finas y delicadas piezas de repostería, confeccionadas al efecto por nuestro q. h. J. Benzimrá Amar, de los, Vll. de Gibraltar.

Reinó una gran alegría, comentándose entre los profanos, y muy particularmente entre las señoras, las diferentes fases de la cerémonia, siendo felicitadísimos los nuevos esposos.

Cerca de las dos de la madrugada, retiránronse todos los invitados contentos y satisfechos.

Por tal motivo, es enorme la satisfacción de los hh. de La Línea, pues todo lo mencionado ha repercutido de tal forma en la vida profana, que es grandemente beneficioso para los fines de propaganda de nuestra Orden, y esperamos que el gesto de nuestro querido hermano Carrasco sirva de estímulo a todo el elemento joven liberal, profano y masónico, para que en breve tiempo podamos ir limpiando de nuestro suelo, el milenario polvo de largos años de ridícula y jesuita dominación. 

                                                                              Pedro MORENO.
                                                                       (De la Resp. Logia  "Minerva").










          Luis Javier Traverso Vázquez                                
   http://www.lalineaenblancoynegro.com/









Gracias a la Colaboración de Francisco Santos, Cristobal Vera y Santiago Quintana de Villar

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